HISTORIAS: Carlos Chiclana.
Podría decirle: te la haces y punto, porque lo digo yo,
porque son las normas de casa, porque es una cuestión de orden.
Podría decirle: te la
haces y punto, porque lo digo yo, porque son las normas de casa, porque es una
cuestión de orden. Sin embargo se quedó pensativo. Se le iluminó la cara. Iba a
explicarle algo muy importante para toda su vida.
La cama no es un lugar cualquiera. No es una estancia
indiferente. Se sentó con él frente a frente. Como se habla cuando quieres
comunicarte. Mírame hijo. Tú empezaste a ser sobre una cama. También naciste en
una. Es donde empezamos el día y es donde lo terminamos. Casi un tercio de tu
vida la vas a pasar ahí dentro.
Se acordó de aquella directiva de una gran empresa que le
pidió que fuera su coach. En una de las sesiones, quizá distraído con un
recuerdo activado por el perfume de ella, le preguntó a bocajarro "¿usted
se hace la cama?" Ella tardó casi un minuto en responder que no. Fue un
punto de inflexión en la carrera de esa persona.
Pero papá, ¿para qué hacerla si luego volverá a deshacerse?
Para que seas tú el que la deshaga. Quizá sea una de las máximas expresiones de
la libertad en el mundo occidental, pensaba el padre. No le confesó que a veces
se había hecho la cama en un buen hotel de cinco estrellas. Manías liberales. O
quizá la costumbre de cuidar de sí mismo.
Si la haces a conciencia, bien ventilada, estirada, pensando
en ti, puede que estés haciendo algo más que colocar unas telas sobre un
colchón. Hijo, cuando yo me levanto voy a vivir. Soy yo el que sale de la cama
para hacer mi vida ese día. Me siento digno de ser servido, respetado, cuidado
y amado por mí. Preparo mi descanso a la vuelta. Yo cuido de mi. Yo me sirvo a
mi mismo con el interés de estar preparado para servir a los demás.
Su hijo le miraba raro. Quizá lo estaba contando demasiado
bonito. La épica de hacerse la cama. A él también le costaba cierto esfuerzo y
ponía voluntad. No siempre se la había hecho. Si te haces la cama habitualmente
entenderás qué significa que te la hagan en tu propia casa o cuando estás
enfermo, cuando estás de visita o cuando pagas porque te la hagan.
Recordó aquellos días que la había hecho solo unos minutos
antes de acostarse. Quizá no fue un buen día y aun estuvo a tiempo de dedicarse
un rato, de invertir en su felicidad y bienestar. Si tú te haces tu cama aprenderás también a
no hacerla y a dejarla revuelta cuando hay otras prioridades: es solo una cama.
No seas maniático.
Cuando estás haciéndote la cama significa que estás en casa.
En tu casa, en tu hogar. Hijo, verás
que en las películas nadie se hace la cama. Son vidas de otros. Actores. Si yo
fuera actor nunca aceptaría un papel en el que hubiera que hacer la cama. Ni
exigencias del guion ni nada. La vida no es una película donde corre el tiempo.
La vida es un presente continuo.
Cuando estás en el trabajo te acuerdas de tu cama en casa.
Hecha por ti. Si has podido hacerte la cama cuando ni el sol se atrevía a salir
a la calle ¿no vas poder con ese asunto que parece que se te atraganta?
En la cama llorarás y te servirá de refugio muchas veces.
¡Cuántos asuntos los resolverás en la cama! Reflexión, amor, sueños. No es con
la almohada con quien se consulta lo que necesita ser dormido, es con la cama.
Te acogerá en la enfermedad, reparará heridas.
Ahora es tu casita, donde lees por las noches con la
linternita, donde juegas y saltas cuando no te veo, donde te escondes cuando
tienes miedo, donde te beso y achucho antes de que te duermas, donde te cuento
historias que parecen inventadas pero son la vida que adivino en el brillo de
tus ojos, donde te animo cada mañana, donde te cuido cuando estás malo, donde
lloras cuando te castigo.
Y así será toda tu vida. Cuídate en la cama. Te podría
engañar diciéndote que es una cuestión de esfuerzo, disciplina o diligencia. No
es así. Es una cuestión de amor a uno mismo. Una siembra en lo hondo de tu
corazón. Sólo desde ahí podrás levantarte cada día con ánimo para ser tú.
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