“The buck stops here!”, que puede
traducirse como “asumo la responsabilidad”, es una frase hecha que popularizó
el Presidente Harry Truman, con un gesto muy típico suyo y que en su tiempo fue
muy comentado. Sobre su mesa, en la famosa Sala Oval de la Casa Blanca,
presidiendo su trabajo diario, había un letrero que estaba ante sus ojos y que
se lo recordaba constantemente.
Esa vieja frase, "The buck
stops here!" venía a recordarle que cuando hay una decisión que tomar, esa
decisión ya no podía ir más allá de su mesa. No había ya ninguna otra persona
que estuviera por encima y pudiera cargar con esa responsabilidad. Era él quien
tenía que decidir y asumir las consecuencias.
“El balón se detiene aquí”, sería
una traducción más literal. No se lo puedo endosar a otro. No puedo pasarlo a
otra persona, al siguiente escalón más arriba, ni al de abajo. No puedo echar
balones fuera. Aquella frase era una forma de poner un límite a esa tendencia
natural que muchas veces sentimos y que nos empuja a quitarnos de en medio, o a
alargar inútilmente los debates, o a prolongar el recuento de ventajas e
inconvenientes de una opción o de la otra cuando, en el fondo, sabemos que el
problema principal es que nos da miedo afrontar la realidad y asumir las
consecuencias de una resolución difícil. Truman repetía que estaba allí para
eso, para tomar decisiones y, con ellas, correr el riesgo de acertar o de
equivocarse.
Muchas personas tienen demasiado
miedo a decidir, y con ello acaban transfiriendo a otros una buena parte del
control de su vida. Quien tiene que decidir y no decide, enseguida se ve
sometido a los dictados del entorno que le rodea, o al azar. Sus indecisiones y
sus miedos, su tendencia a prolongar los dilemas que les inquietan, les hacen
ir cediendo cada vez más espacios de libertad y ser arrastrados por la
corriente de la vida sin apenas usar el timón, ni los remos, ni siquiera bracear
un poco. Además, muchas veces comprueban que las decisiones que no debían
retrasar y retrasaron, les han traído luego problemas mayores y que han exigido
decisiones aún más difíciles y dolorosas.
Es verdad que nunca tenemos el
control total de nuestra vida, incluso ni siquiera de la mayor parte de ella. Y
es verdad también que a veces vemos que no haber alcanzado nuestros deseos ha
sido una suerte, porque las cosas han salido de modo diferente a lo que
pensábamos y eso nos ha llevado finalmente una solución mejor. Eso sucede
porque nuestro conocimiento propio y nuestro conocimiento de la realidad que
nos rodea son siempre bastante limitados, y por eso debemos tener la humildad
de relativizar un poco nuestras opiniones, o las composiciones de lugar que nos
hacemos. Pero todo eso no quita que, cuando tenemos que decidir, no podemos
echarnos atrás por miedo o por falta de madurez. Podemos pedir consejo, y será
bueno hacerlo con frecuencia, pero las decisiones nuestras debemos tomarlas
nosotros, sin pasar la pelota a nadie.
Es verdad también que a veces lo
más sensato es no precipitar una decisión, porque necesitamos madurar más las
cosas, o porque es prudente pedir consejo o hacer alguna consulta. Pero, si
somos honestos, observaremos que hay otras ocasiones en que rastreamos nuestra
mente para encontrar motivos que eviten una decisión, y aunque esos motivos
aparezcan enseguida, más o menos reales, y más o menos bien estructurados,
sabemos que son excusas y justificaciones impuestas por nuestra comodidad o por
nuestra cobardía. Por eso es importante chequear nuestras verdaderas
motivaciones interiores, para reconocer si provienen del deseo de tomar una
decisión mejor o si responden más bien a nuestro deseo de evitarnos un mal
trago.
(*) ALFONSO AGUILÓ
(Madrid, 1959) es Ingeniero de caminos, canales y
puertos (Universidad Politécnica de Madrid, 1983) y Máster del IESE (PADE 2008).
Desde 2002 es director del Colegio Tajamar, en Madrid, desde 2007 Presidente de
la Asociación Madrileña de Empresas
Privadas de Enseñanza (AMEPE‐CECE) y desde 2011 Vicepresidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza.Ha publicado diez libros sobre temas de educación y antropología, así como más de
doscientos artículos en diversas revistas y publicaciones.
Es Vicepresidente del Instituto Europeo de Estudios de la Educación (IEEE).
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